Pues bien, la respuesta es bien sencilla. Hace no mucho más de dos generaciones, la mujer tenía prohibido el derecho a voto, el derecho a trabajar y la libertad de expresión en muchos sentidos.
Se entendía que ella debía estar al cuidado de la casa y los hijos, mientras era el marido el que se encargaba de trabajar fuera de casa y traer un sueldo. Por este motivo, ella estaba sometida a la voluntad del marido, y dependía económicamente de él.
Hoy, 8 de marzo, dedicamos un momento a valorar el avance social de la mujer. Tenemos la oportunidad de votar, trabajar y expresarnos como los hombres. Porque las diferencias entre géneros no deberían existir.
Me sorprende, cuando hablando de este tema con mis alumnos se echan las manos a la cabeza: ¡no se pueden creer que antes no hubiera profesoras en el colegio! O que, en el caso de que las hubiera, ellas sólo pudiesen dar clase a los colegios femeninos. Se preguntan mis pequeños..." ¿Pero antes los niños y las niñas no iban juntos al colegio?".
Y es que ahora, podemos dar gracias, a que esto haya cambiado, y se plantee la idea como impensable.
Pero, personalmente, me planteo, que aún debemos seguir luchando por cambiar muchas cosas. Puesto que existen mujeres que no han hecho sino perder más libertad, siendo esclavas ahora de dos escenarios: el trabajo y las labores del hogar. Luchemos porque esto cambie.
Por un trato igualitario en el contexto familiar, social y laboral.
¡Por seguir avanzando!
¡Feliz día de la mujer trabajadora!
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